Capítulo XII: Rojo.

Hoy, dándome un baño y mientras la mascarilla del pelo hacía efecto, he mirado al agua y lo he visto claro: Rojo.
El rojo que hace año y pico he puesto a mi melena tiene efectos curiosos: Desteñir en la toalla o en la funda de la almohada, que parezca que sudas flash de fresa cuando te empapas la cabellera y, como no, darte un baño y que, al meter la cabeza, el agua quede de la siguiente manera:


(sin edición)
Pero el rojo me rodea por todas partes.

Al igual que el 'Rojo Ferrari, el ´Rojo Almodóvar' y el ´Rojo Kubrick', me ha surgido la idea del 'Rojo'que hay en mi vida: el 'Rojo Bridget'.

Rojo corazón. Rojo de impulso visceral. Rojez del esfuerzo físico en las mejillas (y todo lo que le rodea), en las ampollas de los pies.

El rouge de los labios, prácticamente indispensable cada vez que me maquillo. El rojo de estar 'on fire' y el rojo de las blusas que llevaban Martes y Trece haciendo de presentadoras del Avance de programación.

El rojo de las amapolas que he visto hoy al salir de paseo.


El rojo menstrual, el de nuestro vientre. El rojo de la vida. Rojo mujer.

Rojo, amarillo y violeta. Ser roja y ver que aquí ninguno 'de los que mandan' se pone rojo de vergüenza, por lo ladrones, déspotas, caraduras y malnacidos que son. I see red again.

Sujetadores rojos, bragas rojas, camisetas rojas. Cama roja y mantel rojo.

La boda roja de 'Juego de Tronos'. Los disntintos 'Libros Rojos de'. Los frutos rojos, la fresa y la sandía. El rojo del Bitter Kas. El de Alberti: 'Soy el primer color de la mañana y el último del día'. El Himno Rojo

El rojo hogareño de un taza para escribir con tiza que compré hace tiempo y no había sacado de la caja.


Y con tanto rojo everywhere y lo que ello conlleva ¡Zasca!

He recordado este diario. Negro y rojo. Corazones y oscuridad. Energía y quietud.

Tras un fundido en negro en El Diario que, ciertamente, guarda un paralelismo cuasi simbiótico con mi día a día, he vuelto. Vuelven los zapatos rojo rubí de Dorothy, el rojo de los cuadros de Mondrian, el rojo de los labios de Mick Jagger y las lentejuelas rojas.


Capítulo XI: Los que somos sin ser

Hay mucha gente que supone una fuente de inspiración para otros por sus obras, sus palabras, sus ideas... Grandes hombres y mujeres que quizá pasan desapercibidos para el resto del mundo son el leit motiv de otros sin ellos habérselo propuesto.

Para mí, la persona que más ternura me despierta en el planeta es mi abuela. La admiro mucho, muchísimo, ha sido y es una mujer luchadora, generosa, creyente, con un sentido del humor excepcional y ante todo un espíritu libre. Rozando las 90 primaveras, sus palabras son el mejor billete para viajar atrás en el tiempo e imaginar el mundo que ella ha vivido, sus aventuras y desventuras, calamidades y buenos momentos, incertidumbre e ideales grabados a fuego.


Allá, desde el punto más lejano que mi memoria alcanza, la recuerdo sonriéndome y dándome infinito cariño. Adoraba despertarme temprano e ir corriendo a meterme en su cama, oler su colonia -"Joya"- que impregnaba todo lo que ella tocaba, reírme de su redecilla para dormir y acurrucarme a su lado un ratito.
Los años pasaron y era ella quien siempre cedía a mis chantajes emocionales para echar una partida de cartas, le contaba cosas del colegio, nos reíamos a carcajadas de chistes y coñas marineras...
A medida que fui haciéndome mayor, sus historias empezaron a tomar protagonismo. Siempre había pensado en ella como un ser excepcional pero desde entonces aquello fue materializándose en hechos narrados por ese carácter y enorme corazón que tiene.



¿Cómo no admirarla? Aquella fumadora empedernida, gustosa de su whisky y su carajillo o café irlandés, con el único miedo de que algo nos sucediera y sin miedo a nada más, que no permitía jamás que se quedase nada en el plato, con sus carcajadas y esa mirada que revela un espíritu pizpireto, me ha fascinado siempre.

Sus orígenes son, como el de la gran mayoría de nuestros abuelos, más que humildes. Su juventud no fue sencilla, como tampoco lo sería el resto de su vida. Tiene todo tipo de historias en su haber: mozos que la pretendían y de los que ella se mofaba, la vez que posó desnuda para un cuadro, lo mucho que le gustaba bailar jotas, cómo acabó con la columna desviada de cargar peso porque en casa le tocaba el papel de 'chico'... pero de todas sus historias, la mejor de todas es, sin duda alguna, su historia de amor. Un amor prohibido con su 'marido', hombre separado que apenas convivió un mes con su esposa, se escapó saltando por la ventana de aquello, se marchó a la guerra  y que quiso con locura a Concha. Y con locura Concha le quiso a él. Era su marido sin serlo, igual que yo soy su nieta sin serlo o ella es mi abuela sin serlo. Somos sin ser. Depende de quien lo mire, pero para el corazón no existen contratos, ni lazos de sangre.

Se amaron tanto que las palabras se quedan cortas. Sólo se puede explicar a través de la mirada de mi abuela y el cariño con el que fluyen sus palabras cuando cuenta la historia de los dos. Vivían en una situación complicada, 'mal vista' a los ojos de los conservadores e incluso de la ley (Más de una vez tuvieron que poner los pies en polvorosa perseguidos por los guardias por demostrar su amor en la vía pública... ¿No es ideal?).


Aún topándose todo tipo de adversidades, su amor estaba por encima de todo. Viajaron, rieron, se amaron muchísimo... y la muerte se llevó a su marido quizá demasiado pronto. Su lucha y el apoyo de todos los que la querían consiguieron incluso sentar precedente legal para casos venideros, llegando a percibir la pensión por viudedad sin tan siquiera estar casados. Aprovecha siempre para contar que el entonces presidente del gobierno, Adolfo Suárez, la telefoneó para darle la enhorabuena por lo que había conseguido. Lo que se le pasó por la cabeza inmediatamente fue que había sido mi padre gastándole una broma... ¡La humildad de esta mujer es pasmosa!

Cuando pienso en todas las aventuras con su 'marido' que me ha contado, en las que aún me cuenta y las que queden por contarme, me vienen a la cabeza las mejores historias de amor narradas en novelas, películas y canciones. Pero no es igual leerlo o verlo que escucharlo de viva voz, haciéndote latir fuerte el corazón, queriendo explotar en un mar de lágrimas, ardiéndote en el pecho la urgente necesidad de abrazarla muy fuerte...


Hoy ha vuelto a emocionarme con alguna de sus vivencias, y, como cada vez que voy a visitarla, me he vuelto en el coche llorando como una magdalena. Se me saltan las lágrimas de todo lo que la quiero y lo que representa para mí. ¿Cuántas veces habré soñado con vivir una historia de amor tan profunda como la suya? Quizá de ahí me viene lo de ser tan lili y tener el amor en un pedestal tan alto.

Alguna vez os habrán hecho la pregunta ¿A quién te gustaría parecerte cuando seas mayor? Y siempre he tenido claro que, si pudiera, me encantaría ser como ella.

Para ella, por lo grande que es, por su sonrisa, su mala leche, su arte, su gracia, su paciencia y su enorme corazón, le dedico el más grande de los 'te quiero'.




Capítulo X: De cánones y de cómo deberían ser las cosas

A veces, cuando alguien pretende hacerte un cumplido acaba cagándola soberanamente. Una vez quedé con un chico, estudiante de periodismo, para tomarnos una cerveza. Charlamos alegremente, de buen rollo, (se veía que de ahí no iba a pasar la cosa) y en el momento menos esperado, me fulmina con un maravilloso comentario: "Bridget, eres lo más parecido a un tío que conozco".


¿Cómo se le queda el cuerpo a una después de semejante hachazo? Pues con ganas de exterminar todo rastro de vida en 50 km. a la redonda, como poco.

Esta noche, así de repente, me he acordado de ese momento y he decidido disertar sobre ello: ¿Cómo debe ser una mujer?

Difícil cuestión a resolver, sobre todo porque el concepto de cada cual varía enormemente de una persona a otra.

Acabaré antes analizando esos puntos de mí misma que se denominarían 'poco femeninos', signifique lo que signifique tan inapropiada terminología.


Odio y se me da fatal tontear. Salgo de fiesta y sólo quiero pasármelo bien y bailar, olvidándome en casa el 'radar de mozalbetes'. Me encanta el fútbol y hacer el friki con la consola o el ordenador. Me parto de risa con los eructos y los pedos. Si un chiste tiene gracia, aunque sea machista o extremadamente cruel u ofensivo, me desorino. Los tacos me parecen muy divertidos. Soy altamente competitiva. No soporto ir de compras en grupitos. No sé combinar ropa, colores, complementos ni hacerme peinados coquetos. Uso un 42 de pie, no suelo llevar faldas ni vestidos y no concibo mi existencia sin unas deportivas. Fumo bastante y me encantan los cubatas (nada de malibús o chorraditas de esas... donde esté un buen whisky, que se quite lo demás). No presto atención a la ropa, a los peinados ni a los zapatos de las/demás. No me paso la vida haciendo cumplidos a mis compañeras de género. Lo paso fatal en las peluquerías. Me irritan soberanamente los culebrones y las pajas mentales que se montan mis congéneres cuando la vida es mucho más simple. Soy desordenada, caótica, imprudente y en absoluto delicada. Plancho fatal, hago la cama de pena y se me mueren las plantas con una facilidad pasmosa. Adoro conducir y amo profundamente a mi coche. No sueño con verme vestida de novia ni se me pasa por la cabeza ser madre. Me encanta hacer el borrico jugando al futbolín o a las cartas. No me gusta el 'Duque'. Antes que una película romántica prefiero una comedia o una de ciencia ficción. Los bebés recién nacidos me parecen todos feos. Llevo desde niña mordiéndome las uñas y mis dedos parecen morcillas amorfas en vez de manos de 'señorita'. Voy a trabajar sin arreglarme lo más mínimo, con lo primero que pillo. Suavizar las cosas no va conmigo. No sé de cremas, geles, lociones...

En fin, así visto, podría ser la mismísima 'anti-mujer', pero nada más allá de la realidad. Me gusta, me complace, ME ENCANTA ser como soy, con mis 'defectos de forma' incluídos. Y creo que ninguno de ellos me excluye de este fantástico club de féminas al que sólo nosotras pertenecemos (y aquellas que lo son en su interior y luchan para que su exterior cada día se aproxime más al de una mujer).

Chicas, sois únicas, maravillosas, especiales... y da igual lo que digan los cánones. Para todas vosotras, va dedicado este post.


Ah, y quien crea que las cualidades personales que he destacado anteriormente me rebajan del estatus de "chica normal y corriente", que se lo haga mirar, por favor.